miércoles, 3 de septiembre de 2008

Lecturas: Personajes secundarios

Me gusta comenzar mis reseñas de libros leídos recordando cómo llegué a ellos. En muchos casos es una forma de conectar las lecturas con mis propias vivencias. Un itinerario paralelo. Como dice mi amigo Rafael Cid, una vez leídos los libros pertenecen al lector. Mi recorrido por las páginas que reviso en estas entradas está, por lo tanto, vinculado a mis propios pasos.

En este caso, la lectura de “Personajes secundarios” fue escogida al azar. En una de mis visitas a La Buena Vida, encontré este libro en sus estantes y me atrajo el resumen de su argumento: el testimonio de Joyce Johnson al lado de los principales representantes de la Generación Beat, un conjunto de artistas de Nueva York y San Francisco que compartían el rechazo a los convencionalismos y canalizaban su malestar a través de la literatura.

Es la vida de una mujer en un entorno en el que priman las buenas costumbres. Su papel secundario al lado de su pareja, Jack kerouac, un hombre carismático, contradictorio, caótico, desorientado y narcisista. Ella tan sólo eso eso, su compañera, su refugio, un lugar seguro en el que resguardarse y al que volver. Pero Joyce es algo más que un testigo mudo. Su propia historia es la historia de una rebeldía silenciosa: en los años 50 y 60 las chicas solo se iban de casa de sus padres para casarse. La autora se gana su independencia a pulso, paso a paso, error a error y pérdida a pérdida.

Por lo tanto, en esta narración los personajes secundarios toman la palabra y lo hacen con maestría. Joyce les da voz y les da presencia. Gracias a sus recuerdos conocemos las vivencias de mujeres confusas, luchadoras, apasionadas, artistas, creadoras y protagonistas de una búsqueda constante en un personaje en el que no está muy claro cuál es su papel.

Johnson demuestra ser una narradora magistral, escritora impecable y honesta, capaz de mantener viva la mirada de una joven de su generación en medio de un contexto que no resulta sencillo.

Me sentí atrapada por el hilo conductor de esta novela de testimonio, no sólo por la transparencia y vigencia de las emociones de su protagonista, sino por la capacidad para acercarme a un lugar y una época de la mano de un testigo de excepción. Nada es igual si se mira desde diferente enfoque y conocer la Generación Beat de la mano de un “personaje secundario” tan esencial es uno realmente particular y de lujo, semejante a sentirse habitante de su mundo. Y qué mejor sensación para una lectora entregada.

Completamente recomendable.

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